Fénelon.
Les aventures de Telemaque, I
Las ninfas, con sus cabellos trenzados y sus hábitos blancos, sirvieron primero una comida sencilla pero exquisita para el gusto y las formas. No había otras carnes que las de pájaros que ellas habían atrapado en sus redes o de animales que en la cacería habían herido con sus flechas. Un vino más dulce que el néctar se derramaba de unas grandes fuentes de plata a unas tazas de oro adornadas de flores. Había canastos con todas las frutas que la primavera promete y que el otoño ofrece sobre la tierra.